
Quiero comenzar contándote una historia que viví en primera persona.
Una tarde cuando salí a correr, me encontré a lo lejos una persona que estaba paseando a lo que parecía un perro, pero muy raro, era muy delgado…
Conforme me fui acercando empecé a comprender que no se trataba de un perro, se trataba de un…
Gato.
Un gato al que su dueño paseaba, pero lo que más me sorprendió fue que al acercarme, el gato se asustó y se subió a lo alto de un árbol.
Lo más cómico de la situación fue ver al dueño tirando de la correa para intentar bajar al gato.
Con esto no quiero invitarte a pensar que las personas podemos tener extrañas aficiones, sino que entiendas lo sabia que es la naturaleza: el gato no puede dejar su esencia.
Por mucho que su dueño haga todo lo posible…
Y esto qué tiene ver con la educación…
Puede que estés pensando qué tiene que ver la naturaleza con los temas que suelo tratar en este blog.
Pues en este caso es bien sencillo: a los seres humanos nos ocurre lo mismo.
En el momento de nuestro nacimiento somos una semilla, que tiene un potencial enorme para dar fruto.
Y aunque muchas veces podemos ver nuestra verdadera esencia: en momentos de creatividad, de alegría, de intuición, de sabiduría, de vocación, de conexión…
La gran mayoría del tiempo estamos desconectados.
El inicio, nuestro nacimiento
Como he comentado antes, llegamos a este mundo con el potencial de una semilla pero, desde el momento del nacimiento, nos vemos desprovistos de la protección de nuestra madre.
Nos volvemos dependientes, nos apartan de esa esencia en la que vivíamos.
Esto hace despertar nuestros instintos de protección, buscando el amor, cariño y cuidado de nuestro entorno.
Para conseguir ese propósito desarrollamos diferentes estrategias, lo que posteriormente se convertirá en nuestra personalidad.
Palabra personalidad que deriva del latín “personam”, palabra que designaba a la máscara con que cubrían su rostro los actores durante las representaciones dramáticas.
Vamos creando capas y capas de esa “máscara” que cubre nuestra esencia.
Nuestros inicios en el sistema educativo
En la escuela empezamos a ver diferentes asignaturas, pero en ninguna de ellas te hablan de gestión emocional, de autoconocimiento o de cómo funciona el cerebro.
Lo que nos enseñan es a añadir “carpetas” de diferente información, sobre lo que nos tenemos que poner a prueba, para comprobar que conocemos esos conocimientos.
Esto nos empieza a mostrar en qué somos “buen@s” y en qué somos “mal@s”.
Lo que nos hace pensar que hemos nacido con una serie de habilidades para algunas materias y otras tendremos que superarlas como podamos…
Tus profesores
A esta percepción de cosas en las que eres buen@ o mal@, se le une la experiencia de tus profesores, que también pasaron por el mismo sistema.
Estos también piensan que no son creativos, o que no son buenos en tecnologías, o que no son buenos en idiomas….
Mentalidad fija y personalidad
Seguimos creciendo y, junto con nuestro entorno y con la escuela, continuamos descubriendo en lo que somos “buen@s”, aunque con mayor dedicación en lo que somos “mal@s”.
Cometemos errores y evitamos caer en ellos, aprendemos que el error está penalizado. Esto lo que provoca es que te quedes en la zona de comodidad.
A partir de los 10 años nuestra corteza prefrontal, encargada de nuestro razonamiento, empieza a madurar, un proceso que puede durar hasta la edad adulta.
Pero para ese momento cada uno de nosotros ya ha creado su personalidad, ha establecido las estrategias que lo definen, esos comportamientos que se manifiestan de manera más clara en situaciones de estrés.
Hay momentos puntuales de conexión con tu esencia
Como le ocurre al gato en la historia del principio, tú también tienes momentos en los que sale a relucir tu esencia.
Para que te puedas hacer una idea. Son esos momentos en los que te sientes vibrar con más energía, que pareces brillar. Momentos en los que eres capaz de todo lo que te propongas, cuando conectas con otra persona, cuando estás haciendo una actividad que te gusta, cuando estás en un momento de juego… Todo esto se caracteriza en que estás totalmente en el presente.
No tenemos tiempo para estar en el presente
En la sociedad actual, no tenemos tiempo para estar en el presente, enseguida conectamos con miedos del pasado o del futuro, lo que tenías que haber hecho, lo que te puede pasar…
Y cuando entras en esos estados emocionales qué ocurre…
Recurres a esas estrategias que consciente o inconscientemente te funcionaron en los primeros años de vida, tu personalidad, tu máscara…
Quizá te funcionó poner foco en otras personas, olvidándote de ti mism@ en ese proceso, siendo muy servicial y protegiendo a todo el mundo…
O quizá te funcionó ser dur@ con tu entorno, ya que al ser fuerte, con tu coraza te proteges y reaccionas rápidamente a los ataques de los demás (o lo que tu crees que son ataques)…
O quizá en los momentos de estrés tu estrategia es evadirte, buscar la diversión, que en ciertos momentos esta bien, el problema es cuando la utilizas para evitar lo que ocurre y para ello siempre estás buscando hacer planes para evitar enfrentarte a otras situaciones…
O simplemente te escondes, te quedas con un libro, desconectas del mundo, empiezas a investigar, en lugar de pasar a la acción, lo que realmente deberías hacer, porque crees que no estás preparad@…
Tu personalidad te limita
Todos los seres humanos, somos seres únicos e irrepetibles.
Pero casi nunca nos plantean esta opción, nadie nos dice a lo largo del sistema educativo que tenemos un cerebro que es plástico, el cual se puede desarrollar a lo largo de nuestra vida.
Y dedicando tiempo, práctica deliberada, un esfuerzo adecuado y siguiendo las pautas correctas podemos convertirnos en el tipo de persona que elijamos.
Lo que nos muestra la sociedad
Lo que nos encontramos es el miedo, sólo tienes que encender un telediario para encontrarlo.
Como dice Yoda en la película Star war:
“El miedo nos lleva al lado oscuro, el miedo nos lleva al odio, el odio nos lleva a la ira, la ira nos lleva al sufrimiento”
Esto sumando a que vivimos comparándonos con los demás, cuando a otros les ocurren cosas buenas decimos que es suerte, que ellos tienen algo que nosotros no tenemos, o que simplemente no hemos nacido así.
El sistema educativo todavía no sabe lo que es el elemento
Recuerdo cuando escuché por primera vez hablar de “El elemento”, esta propuesta de Ken Robinson que hizo viral en su charla TED (es de 2006).
Lo descubrí unos años después, en mis primeros años de carrera, y me ilusionaba con que la función de la escuela fuera que los alumnos descubrieran su “Elemento”.
Pero luego descubres que no hay tiempo para esto, que hay que aprender contenidos. Y, para colmo, se plantea que ya se descubrirá aquello que te apasiona simplemente con la pregunta: ¿Qué quieres ser de mayor? (es lo que se hace en la mayoría de casos).
Descubrir el Elemento lleva tiempo
Cómo vamos a descubrir el elemento si para ello tenemos que dedicar tiempo a probar cosas.
Tenemos que romper con la creencia de “busca algo con salida” por “descubre aquello que te apasiona y ponlo al servicio de los demás”.
Lo peor de todo esto es que como nuestro sistema educativo enfoca las asignaturas, nos ha empujado a descubrir aquello en lo que creemos que no somos buen@s.
Esto nos hace tener una mentalidad fija y por ello cuando llegamos a la edad adulta interpretamos que esto es lo que nos ha tocado y nos resignamos o nos victimizamos…
Y encima cualquier intento de cambio se complica debido a la…
Gestión del dinero: otra asignatura pendiente del sistema educativo
A lo visto anteriormente hay que añadirle que nadie nos habla del dinero en la educación. Dependemos de las creencias y los aprendizajes de nuestro entorno.
Y, por lo general, nadie nos enseña a gestionarlo. Nadie nos dice qué es un activo y qué es un pasivo.
Por ejemplo, en algunos casos cuando cumples 18 años te regalan un coche (no estoy diciendo que esto sea malo… sigue leyendo)
Esto es un pasivo, lo que saca dinero de tu bolsillo.
Gasolina, seguro, reparaciones, impuestos… No sabemos cómo generar activos y ya tenemos pasivos…
Y también hay los que se compran una vivienda, un préstamo por X años, otro gran pasivo (Esto para mi generación es más complicado… no nos conceden los préstamos).
La edad adulta
Así llegamos a la edad adulta, quizá con una carrera, un master o dos, con algunos idiomas…
Pero no sabemos gestionar nuestras emociones.
Una parte del cerebro ya ha madurado y ha integrado esas estrategias de supervivencia: has integrado tu personalidad (tu máscara).
Pero casi seguro que no has encontrado tu elemento. Y bueno, quizá has encontrado un trabajo, que seguramente no te apasiona, pero que en el caso de que te apasione, es posible que no lo disfrutes, porque la “sociedad” te hace creer que tu felicidad está en tener otras cosas.
Y si piensas en el cambio
Si te das cuenta que eso no es lo que querías, que eso no es lo que pensabas que era tu vida…
Te das cuenta que tienes cerca de treinta o más, tienes una serie de gastos (“benditos” pasivos) y otras obligaciones que te atan a tu trabajo y ya no te planteas otras cosas…
Aun así puedes seguir poniendo la televisión, donde siguen poniendo noticias que infundan miedo y entonces asumes que es lo que hay…
Y caes en la victimización, la queja, la culpa es de ________________ (puedes poner el nombre del político que elijas).
Esto es lo que te confirma el círculo vicioso del que te avisaba Yoda…
Ya hay gente que está dejando de conformarse
Por suerte ya hay mucha gente que no se está creyendo esto, que está reinventándose y que sabe que cada uno de nosotros es un ser único e irrepetible.
Que empiezan a cuestionar esas creencias que les han sido impuestas y comienzan a eliminar toda creencia que les limita, poniendo en su lugar creencias que les empoderan.
Entender el mundo como un cuerpo humano
Me gusta comparar el mundo con un cuerpo humano, donde cada uno de nosotr@s sería una célula.
El cuerpo humano cuando funciona bien (que es la mayoría del tiempo, a no ser que no lo cuidemos), es cuando cada célula conoce su función y la realiza para que el cuerpo se mantenga con máxima vitalidad.
¿Y si empezáramos a entender que somos como células…?
El sistema educativo como proceso de ayuda
Siguiendo con la metáfora: el sistema educativo sería el proceso de ayuda para que cada uno descubra su función, hacer entender que se nace como semilla y que nuestro potencial no tiene límites, que nuestro cerebro es plástico.
Su objetivo sería que cada un@ de l@s alumn@s descubriera sus talentos y los pusiera al servicio de la sociedad: que cada célula conociera bien su función.
Vivimos en un momento histórico y como ya dije esto es un gran detonante.
Desde Escuela de Experiencias creo en una nueva forma de estar en la educación y en una nueva función de los educadores revolucionarios:
Estoy muy de acuerdo contigo, me encantan tus ideas, iniciativas y las prácticas que nos comparten, ampliando nuestra visión y conocimientos para mejorar nuestra labor docente.
Creo en un sistema como el que propones, intento cada día que mis alumnos entiendan que son únicos, que tienen un gran potencial por descubrir y que la manera en que deciden dirigir su vida impacta su entorno y a la sociedad en general. Hay mucho por hacer y a veces es un poco frustrante sentirse sola en esta batalla por cambiar la manera tradicional en la que se ha enseñado, es un gusto saber que hay más profes tratando de hacer la diferencia en la vida de sus alumnos, ayudándoles a empoderarse.
Me gustó la reflexión. Solo tengo una duda ¿porque buscar tu elemento necesita estar al servicio de la sociedad? No debería estar primero a tu servicio y no tanto a tu servicio, a conocerte y saber que quieres o necesitas en la vida.
Cuando descubres tu elemento, es un autodescubrimiento y el fin es ponerlo al servicio de otras personas, aportar, esa es la finalidad que debemos transmitir en la educación.