
Hay un concepto que tiene que llegar a la educación con una gran fuerza y ese es el término: mentalidad de crecimiento.
Como demostró la Doctora Carol Dweck, las personas tenemos una tendencia a orientarnos hacia una de los dos tipos de mentalidades: mentalidad de crecimiento o mentalidad fija.
Si desconoces a qué me refiero, las mentalidades se basan en una creencia central:
Las personas con una orientación hacia la mentalidad fija creen que la inteligencia, las habilidades y el talento son fijos. Por lo tanto no se pueden desarrollar. Entienden que son como la altura, “es la que te ha tocado”…
Mientras que las personas con una orientación hacia la mentalidad de crecimiento creen que la inteligencia, las habilidades y el talento se pueden desarrollar. Entendiéndose como un músculo que con entrenamiento mejora.
La razón por la que funciona la mentalidad de crecimiento
La mentalidad de crecimiento es una creencia de que nuestras características son maleables.
Pero la razón de que funciona no es debido a una creencia, es debido a la realidad subyacente de que somos capaces de cambiar, de mejorar durante toda la vida.
Los avances en las tecnologías de visualización del cerebro han permitido el descubrimiento de la neuroplasticidad. Una propiedad del sistema nervioso que le permite adaptarse según las experiencias vividas.
Las experiencias modifican las conexiones de las neuronas y estas conexiones sinápticas se pueden producir a lo largo de toda la vida.
Esto significa que cualquier persona tiene la capacidad de mejorar. Aunque exista una herencia genética con esfuerzo y práctica continua se puede construir el talento.
La metáfora del camino
A nivel visual, la conexión de las neuronas creando nuevas conexiones se puede comparar con un camino de tierra.
En una zona de maleza, cuando se empieza a recorrer esa zona de manera repetida, se empieza a crear un camino, dejando de crecer plantas por esa zona y marcándose con mayor claridad la zona al frecuentar el paso.
Este camino al convertirse en habitual, puede habilitarse como carretera y se puede asfaltar la zona para permitir que se pueda circular más fácilmente con vehículos…
Pues eso mismo es lo que ocurre en nuestro cerebro al aplicar la práctica deliberada, dedicando tiempo y esfuerzo hasta dominarla (construir una autovía).
Tu gran poder
Como educador tienes la oportunidad de influir en la mentalidad de tus alumnos, creando situaciones y experiencias que orienten a tus alumnos hacia la mentalidad de crecimiento.
La realidad es que no se nace con una orientación hacia ninguna mentalidad, pero vamos experimentando situaciones, en casa, en la escuela y en diferentes situaciones de la vida que hacen que nos inclinemos hacia un lado u otro.
Una mala experiencia con una asignatura puede crear un motor mental hacia la mentalidad fija o, por otro lado, intentar algo difícil y tener éxito orienta hacia la mentalidad de crecimiento.
Estos marcadores mentales ocurren todo el tiempo y normalmente no somos conscientes de ellos.
Tu labor como educador es construir motores mentales positivos que orienten al alumno hacia la mentalidad de crecimiento.
Además, la mentalidad que tengan es el factor más importante en los logros de tus alumnos.
La mentalidad falsa
Hay un problema en este caso y es cuando adoptas una mentalidad “de crecimiento” sin previamente haber analizado tu propia mentalidad.
En educación, los educadores promovemos tener una mentalidad de crecimiento, enfocar a los alumnos hacia la creencia de que pueden desarrollar su inteligencia, habilidades y talentos…
Pero si analizamos en profundidad en muchas ocasiones actuamos de manera incoherente y esto puede impulsar a nuestros alumnos hacia la mentalidad fija.
Por ejemplo, imagina que de manera intencional enfocas tus elogios hacia el esfuerzo para crear esas situaciones positivas, pero de forma inconsciente tienes una visión fija de las habilidades. Reflejas que unos alumnos tienen más potencial que otros y esto, aunque sea sin intención, te hace elogiar más sobre su esfuerzo a los alumnos “más débiles”.
Este contexto crear un marcador mental de que los alumnos “más débiles” tienen que esforzarse más, mientras que los demás pueden trabajar de manera más fácil.
La metáfora de la inteligencia
En otros artículos ya he hablado de la metáfora de la inteligencia que propone Edgar de Bono.
Este autor indica que la inteligencia es como un medio de transporte, cada uno de nosotros nace con uno.
Unos nacen con un poderoso Ferrari, mientras que otros tiene un menos poderoso Mini.
Si la vida fuese una línea recta, aquellos que nacen con un Ferrari, siempre tendrían ventaja, pero la vida es una carrera con muchas curvas y obstáculos.
Por lo tanto, lo que marca la diferencia no es el coche, es la habilidad de conducir.
Esta metáfora nos puede indicar la realidad de lo que vivimos en nuestras aulas. Puede que un alumnos debido a sus circunstancias, entorno, genética… tenga un vehículo más poderoso, pero eso no indica su potencial.
¿Se trata de encajar o de convertirse?
La tendencia de aquellas personas que se orientan hacia la mentalidad fija es clasificarse en categorías: los músicos, los deportistas, matemáticos…
Si quieres dedicarte a la música, tienes que ser una persona clasificada en la categoría de músicos.
Por lo tanto la vida se trata de encontrar aquello que puedes encajar.
Por el contrario, las personas con una mentalidad de crecimiento, la vida no trata de descubrir dónde encajas, la vida trata de convertirse en el tipo de persona que quieres ser.
Romper la brecha de la grandeza
Cuando nos orientamos hacia la mentalidad de fija miramos a aquellas personas que tienen éxito, por lo que son, no por lo que han hecho.
Esto es lo que Carol Dweck denomina la brecha de grandeza.
Pensamos que nosotros estamos a un lado y las personas con éxito se encuentran a otro lado.
Esto lo que nos permite es excusarnos de nuestra responsabilidad y además eliminar la posibilidad de alcanzar lo que ellos han hecho.
Las personas con mentalidad de crecimiento, eliminan la brecha de la grandeza, comprenden que si una persona ha logrado algo, otras personas lo pueden lograr, para ello tiene que recorrer el mismo camino que ha recorrida esa persona (aprender las mismas habilidades, hábitos, actitudes…)
Qué podemos hacer para orientar hacia la mentalidad de crecimiento
Lo primero que tienes que hacer es analizar tu propia mentalidad, si no crees que el talento, la habilidad y la inteligencia se puede desarrollar, de manera inconsciente vas a trasmitir a tus alumnos una orientación hacia la mentalidad fija.
Una vez trabajado este aspecto (sé que no es sencillo, pero con los siguientes puntos puedes trabajarlo en ti, a la vez que en los alumnos) tienes que tener en cuenta los siguientes puntos para orientar hacia el crecimiento:
- Ver los desafíos como algo deseado.
- Entender el esfuerzo como algo positivo (un esfuerzo en la dirección y la intensidad adecuada)
- Buscar recibir feedback para aprender.
- Admirar el éxito de los demás.
- Percibir el error como parte del aprendizaje.
Tu mentalidad puede jugar a tu favor o puede ser tu mayor enemigo y en este caso el de tus alumnos. Reflexiona y pon foco en estar orientado hacia el crecimiento.
Si quieres orientar a tus alumnos hacia la mentalidad de crecimiento, lo primero es que seas su ejemplo, transmite interés por los desafíos, admite tus errores y aprende de ellos, pide feedback para mejorar, sigue a personas a las que admires e inspírate y busca la manera de recorrer el mismo camino.
¿Te atreves a vencer la falsa mentalidad?
Muy buena entrada! Da mucho para reflexionar, y, sobre todo, para trabajar con el alumnado! Muchas gracias por dar la luz!
¡Muchas gracias Mª Carmen! Me alegra que sea de ayuda el artículo. Un saludo