
“Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”
Henry Ford
Esto es así, la mentalidad juega un papel fundamental en lo que tus alumnos pueden conseguir.
En diferentes artículo he hablado de la motivación 3.0, esta motivación que se basa en cuatro grandes motivadores: Relación, autonomía, maestría y propósito.
En el caso particular de la maestría, su motivo de acción es la progresión, ver que vamos avanzando, mejorar, ser una mejor versión…
Nos gusta progresar y tomamos muchas decisiones motivados por el crecimiento, pero: ¿qué pasa si tus alumnos creen que no pueden mejorar?
La base de la motivación por mejorar.
Si tus alumnos creen que no pueden mejorar, que no han nacido con esa habilidad, ese talento o esa inteligencia que les permite alcanzar ese propósito, no tomarán el tipo de decisiones, ni realizarán el tipo de acciones que les permitan creer.
Total para qué esforzarse, si “saben” que no lo conseguirán.
En esta creencia se basa la investigación de Carol Dweck sobre las mentalidades.
Las dos mentalidades.
Si lees con frecuencia este blog ya he hablado en otras ocasiones sobre la importancia de la mentalidad de crecimiento.
A modo de resumen, la doctora Carol Dweck descubrió que existen dos forma de interpretar la inteligencia y que cada uno de nosotros tenemos una orientación hacia un lado u otro.
Estas son los dos mentalidades:
Mentalidad fija:
La mentalidad fija se basa en la creencia de que la inteligencia, las habilidades y el talento son fijos. Se podría comparar con la altura, es la que te ha tocado y no puedes hacer nada al respecto.
Mentalidad de crecimiento:
La mentalidad de crecimiento se basa en la creencia de que la inteligencia, las habilidades y el talento se pueden desarrollar. Se podría comparar con un músculo, si lo entrenas se puede desarrollar.
La mentalidad de crecimiento: la base del aprendiz ágil.
Vivimos en una sociedad donde el cambio es la norma por lo que si tus alumnos no están orientados hacia la mentalidad de crecimiento, viven ante la sensación de una limitación constante.
Poner foco a lo largo de nuestras formaciones en generar los motores de cambio mentales ayuda a los alumnos a conocer la capacidad plástica de su cerebro y que puede modificarse a lo largo de toda la vida.
Esto no nos promete que podemos ser o hacer todo, las circunstancias y las oportunidades juegan un rol, pero cuando tus alumnos comprenden las cuatro reglas del talento, comprenden que no hay nada en ellos que los impida mejorar.
Nosotros siempre somos capaces de crecer y no estamos limitados por el crecimiento, sólo por las circunstancias.
Los otros dos pilares
Los hábitos de la mente junto con la práctica deliberada son los otros dos pilares.
Los hábitos de la mente son un conjunto de disposiciones que tienen en común aquellas personas que han alcanzado el éxito en diferentes sectores.
La práctica deliberada es una propuesta de Anders Ericsson, en la que se descubre la propuesta sobre la forma de practicar de aquellas personas que alcanzan altos niveles de rendimiento.
Aquellos que tienen una práctica deliberada ponen interés en realizar acciones fuera de su zona de confort, actúan realizando acciones complejas que no han realizado anteriormente.

Unión de los 3 pilares: el aprendiz ágil.
La unión de cada uno de estos pilares genera un resultado potencial:

Construir posibilidades:
Cuando unimos una mentalidad de crecimiento con el desarrollo de los hábitos de la mente, conseguimos que nuestros alumnos tengan una conciencia sobre su capacidad de mejora.
Ellos son conscientes de que pueden aprender y mejorar en aquello en lo que ponen interés y además conocen una serie de disposiciones para conseguir el éxito.
Esto les permite poder tener mayores posibilidades de aprendizaje.
Piensa en una persona que tiene desarrollados los hábitos de la mente en un sector como el deporte y decide empezar un proyecto empresarial.
Ya tiene la creencia de que puede desarrollarse y, por ello, escuchará con empatía y comprensión para aprender en su nuevo entorno, reunirá información por medio de todos los sentidos, responderá y buscará con asombro, se esforzará por alcanzar la precisión y la exactitud…
Todo esto le permitirá adaptarse a las nuevas situaciones e incrementar sus posibilidades de aprendizaje.
Desarrollar el potencial.
Unir la mentalidad de crecimiento con la práctica deliberada permite incrementar el potencial.
Cada persona es responsable de decidir dónde están sus límites, y esto lo descubrirán tus alumnos si se orientan hacia la mentalidad de crecimiento y además practican de manera deliberada.
La práctica deliberada y actuar fuera de la zona de comodidad, como dice Anders Ericsson, es poner foco en lo que estamos intentando lograr, recibir feedback de nuestro progreso (preferiblemente de un experto, o al menos de un claro set de indicadores) y hacer los ajustes necesarios para cumplirlos.
Con esta unión siempre se puede desarrollar el potencial.
Construir eficacia.
De la unión de los hábitos de la mente con la práctica deliberada se fomenta la eficacia.
Cuando nuestros alumnos actúan en actividades complejas que no han realizado anteriormente pero tienen unos hábitos de la mente desarrollados sus resultados son muchos más eficaces.
El aprendiz ágil.
Los educadores tenemos la responsabilidad de ayudar a nuestros alumnos a resolver situaciones que desconocemos en la actualidad y gestionar profesiones que todavía no han sido inventadas.
Por ello los hábitos de la mente, la mentalidad de crecimiento y la práctica deliberada tienen que ser el propósito de nuestras clases y los contenidos de nuestras asignaturas se convierten en el medio para poder desarrollarlos.
Si quieres descubrir más sobre los aprendices ágiles, te invito a conocer el libro de James Anderson: “The agile learner”.
¿Qué te parecen estos tres pilares?
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